La distopía en Alba Cromm




La semana pasada tuvimos, con Cero Absoluto, un ejemplo muy claro de una obra distópica. En cambio,  Alba Cromm, de Vicente Luis Mora, resiste una categorización fácil. La historia principal parece desarrollarse en el presente. Es decir, que dentro de los acontecimientos de la historia de Alba Cromm (el personaje) no hay tecnologías extrañas ni futurísticas que conlleve un escenario futurístico. Sin embargo, ya sabemos que Alba Cromm es una novela distópica, porque, aparte del contenido del libro, Mora se nos dice en su ensayo El lectrospectador (23). No obstante, me gustaría preguntar cómo esta novela muestra su carácter distópico, dado que la mayoría (un 97% según los cálculos del director de Upman, Ligoy Ritman) tiene lugar en el presente.  
        
Para entender bien el mundo que se pinta en Alba Cromm hay que resolver el laberinto que es la narración de la obra. Para empezar, la voz del propio autor parece casi ausente - no hay narración tradicional y en vez de una narrador omnisciente u observador, tenemos un ensamblaje de blogs, artículos de varias fuentes, reportajes policiales, etc., que sirven de desarrollar la historia y así funcionan como narrador. Este tipo de historia se llama "epistolar" como, convenientemente, nos informa Mora (o más bien Nemo) en la propia novela (181). Ahora, para complicar más las cosas, la novela se nos presenta en forma de revista, que se titula Upman, y que empieza con una nota del director, un tal Ligoy Ritman, sobre esta edición especial de la publicación. Después hay otra nota de Luis Ramírez, quien parece ser el encargado de la historia y por tanto actúa como editor de la crónica de Alba Cromm. Tenemos, entonces, la historia principal (un 97% de esta edición de la revista) que nos llega a través de, por lo menos, dos filtros distintos (el director y el editor). Esta separación hace que perdamos todo rastro de una voz narrativa directa, y, asimismo, hace el contenido de la crónica de Alba Cromm dudable. 

La veracidad de los acontecimientos aparte, la crónica de Alba Cromm en sí no constituye una distopía (siendo actual), sino más bien una crítica directa de la sociedad hoy en día. Para entender la novela como distópica, ha de analizar el otro contenido que sale en la revista. Mora deja al lector pistas sutiles de la condición del mundo fuera de la revista. Primero, se establece Upman como una revista machista y hasta misógina, algo que sugiere regresión social y recuerda una España muy antigua, o más bien una España más reciente bajo Franco. Incluso se ofrece al lector consejo para "evita[r] las denuncias de acoso sexual" (81) y hasta sale un anuncio para venderse los hijos (65). Por otro lado, se sabe que esta edición de Upman se publicó en el futuro (si esto puede decirse), por la nota introductoria de Ritman: "han producido más artículos que los atentados en Japón de 2017" (16). También se presenta al lector un ejemplo de tecnología futurística en un artículo que trata de "interfaces mentales" (145). Éste hace referencia a la aparentemente siempre presente figura de Agustín Fernández-Mallo - en este caso por la mención de su hija madura que actualmente (en nuestro presente), que yo sepa, no existe. Ahora bien, el lector tiene a un lado una revista por todo parecer deplorable, y al otro la vaga idea de un futuro, pero ¿cómo se sabe si es un futuro distópico? 

La respuesta me parece muy interesante, porque, a cambio de las novelas distópicas tradicionales en los cuales siempre se describe el mundo futurístico en detalle, en Alba Cromm, lo distópico sólo se insinúa a través, principalmente, del carácter de la revista. Se entera el lector al principio de la novela (14-15) que la revista Upman jugó un papel clave en la derrota de la futura ex presidenta y que el presidente actual (contemporáneo con la publicación de la edición nuestra de Upman) es fanático y lector ávido de la revista. Claramente, alguien capaz de llamarse lector de Upman no parecería el candidato ideal para gobernar de una manera justa. Además, el hecho que el presidente puede anunciar su apoyo de Upman públicamente, implica condiciones sociales represivas y hasta totalitarias. Por si esto fuera poco, en la segunda página de la revista (12), nos enteramos que la revista Upman está "incluida en el Catálogo Nacional de Publicaciones Culturales No Censurables." Así me parece que el estado distópico representado en Alba Cromm parece prestar de ambos Brave New World (Un mundo feliz), en el cual la gente es controlada por su deseo, y del estado de control a través de vigilancia y miedo de 1984. Al fin y al cabo, no se sabe exactamente como es el mundo futurístico insinuado en Alba Cromm, pero parece bastante claro que representa una regresión moral, dando a entender un regreso al código moral franquista, y una sociedad poco apetecible para el futuro. Finalmente, para concluir de una manera muy general, las historias de ciencia ficción que suponen la invención de una interfaz mental nunca terminan bien.     

Un par de links muy útiles para los que no conocen los clásicos distópicos:  

1984:

http://www.youtube.com/watch?v=zeMlOQsu2zM&list=UU6-ymYjG0SU0jUWnWh9ZzEQ

Brave New World:

http://www.youtube.com/watch?v=FPO3aenqT4o&list=UU6-ymYjG0SU0jUWnWh9ZzEQ          

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