¿Cómo no perderse en un base de datos?
Como ha
señalado mi compañero Félix, parece que Nocilla
Experience existe en un lugar intermedio, entre el base de datos y la
narrativa; tiene elementos de los dos. Mencionó muy astutamente el binario que
dibuja Manovich entre un base de datos sin orden ninguno, y una narrativa que
expresa causa y efecto (85)—y propone que quizás Fernández Mallo ha cuestionado
esta dicotomía. Esta separación en que insiste Manovich fue algo que me llamó
la atención a mi también. Me parece que estas dos cosas no tienen que estar
separados por completo. Es verdad que Manovich admite la hibridez constante, y
estoy de acuerdo con Félix que Nocilla
Experience es buen ejemplo de esta mezcla.
Además,
esta invasión del base de dates ha creado, en mi opinión, una nueva ansiedad
que se ve mucho en Nocilla Experience:
la de perderse, en varios sentidos de la palabra. Si cada uno tiene que
encontrar su propio camino, es inevitable que alguien se pierda. Vemos esta
preocupación repetida en las mentalidades de varios personajes. Por ejemplo,
John Smith casi puede perderse en su relación con su esposa y su hijo Mohamed:
“Hay personas que se pierden en lugares que a nadie importan” (24). De otra
manera, Marc también se pierde en su propio mundo—como su ídolo, el ermitaño Henry
Darger. Y cuando los dos niños que se pierden (135), tenemos la sensación de un
peligro muy inminente (135).
Fuera
de eso, el narrador mismo (¿podemos llamarlo así?), o el constructor/conductor
de Nocilla Experience, parece sufrir
de la misma ansiedad. El segundo capítulo (y el primero que no sea cita de
otro) se trata del encuentro de un cuerpo muerto, flotando en el agua (10)—alguien
que ha sido perdido por la humanidad. Se repite este imagen varias veces a
través de la novela. Otro elemento que se repite es una escena de la película Apocolypse Now, una cita que sigue
creciendo cada vez que aparece y que muestra la pérdida de sentido de una vida
después de guerra. Las repeticiones muestran que es un temor frecuente,
constante.
También
hemos perdido el horizonte, que se presenta como otra obsesión en el libro.
Para Sandra, causa las lágrimas cuando se da cuenta de que “en los aviones no
existe horizonte” (11, 158). Eso es porque “Sandra nunca ha soportado perder el
sentido de la orientación” (25), y sin el horizonte es casi imposible. Steve y
Polly quieren cocinar el horizonte. John Smith tiene una observación casí igual
a la de Sandra: “ahí fuera na no hay horizonte. Ya no hay nada” (18). Hay
muchísimas menciones del horizonte a través de la novela. Quizás sea una
observación bastante sencilla, pero me parece que en un base de datos, también
nos hemos perdido el horizonte. No tenemos dirección y no sabemos por donde
entrar y salir. Con la abundancia de información, ¿cómo no nos vamos a perder? Hay demasiada información y demasiadas opciones.
Escribe Manovich, “the world appears to us as an endless and unstructured
collection of images, texts, and other data records” y explica que por eso
muchas producciones en new media reflejan la idea del base de datos. Entonces, la
preocupación por perderse y/o perder el horizonte refleja nuestra propia
preocupación de perdernos en un base de datos—lo que además podría reflejar una
preocupación acerca de nuestra vida posmoderna.
Comments
Post a Comment