¿Solidaridad al cero absoluto?


        Uno de los efectos del proyecto de colonización Europea fue la deshumanización de los cuerpos colonizados.  Aparte de diversas formas de deshumanización física como la esclavitud, los colonizadores occidentales quemaron libros y templos, y utilizaron narrativas epistemológicas para mostrar inferior, incluso como sub-humana,  la existencia y el conocimiento de las personas que iban a ser colonizadas. El cuento distópico de Javier Fernández, “Cero absoluto” (2005), también narra una historia de colonización- donde la tecnología es el catalizador de la deshumanización de los sujeto-objetos. El título de esta obra, “Cero absoluto,” muestra el grado de deshumanización presente en el proceso de colonización tecnológica para redefinir nociones de lo que es el decaimiento de la solidaridad entre personas dentro de una sociedad supuestamente ‘global.’
            El proceso de la colonización tecnológica en este cuento está trazado por los “capítulos” entre los diferentes artículos. Estos marcan un arco imperial que ya es familiar para el lector educado en/por la historia occidental del siglo XXI: “descubrimiento, asentamiento, colonización, civilización” (1, 5, 9, 13). Similarmente, la proliferación de la tecnología de Realidad virtual (RV), que a la venta se agotan “en una hora 30,000 aparatos,”  da a entender que éste es un colonialismo basado en capitalismo. Una de las experiencias que ofrece este popularísimo RV es el “Cero Absoluto,” una actividad virtual donde la persona puede experimentar estar a cero grados K, donde las moléculas “pierden sus fuerzas de cohesión.” Este juego virtual es, esencialmente, un ejercicio de no ser. En otras palabras, es un ejercicio de existir descriptivamente en un “cero absoluto.”  La proliferación capitalista de la tecnología de realidad virtual, que permite a las personas escapar la realidad física y mental, es el poder físico y hegemónico que está colonizando a las capacidades humanas, sin que ellas sepan que están siendo colonizadas.
            Mientras que se insertan chips de realidad virtual dentro de los cerebros humanos, los agentes de poder en las ciudades pretenden mejorar el estado de la sociedad.  En los artículos de periódico, se describen cambios en la educación como “reformas” para la “Educación Universal [que] contempla la Felicidad del Individuo como objeto primordial” (14). Aunque las palabras “universal” y “felicidad” suenan como algo positivo y humanístico, sabemos por la historia de la colonización contemporánea que la “universalidad” también ha sido utilizada para denegar la existencia de diversos grupos de personas. La enseñanza de filosofía e historia Europea como el canon intelectual en las universidades, por ejemplo, invisibiliza las historias y las enseñanzas de otras sociedades. Similarmente, al intentar hacer una “Educación universal,” se sobreentiende que la agenda educativa es disminuir hasta el cero absoluto la diferencia natural entre personas. El individualismo y la felicidad del individuo que se propaga fuertemente en las escuelas de “Cero absoluto” se puede entender, entonces, como una agenda con el fin de crear competición e asolación entre personas en vez de entendimiento y apoyo entre ellas.

            Esta ruptura sistemática entre personas causa que sin tecnología, ellas actúen de las peores formas humanas. Los responsables del poder aniquilan la libertad de los demás- de grupos como “Libertad de pensamiento”- con la militarización de la policía. Mientras personas están conectadas a la RV, vienen ladrones para extirparles los órganos. La sociedad valora más a la producción de tecnología que a su medio ambiente, causando horrorosos desastres de “vertidos tóxicos” en el agua y el aire. Aunque técnicamente, éstas son acciones propagadas por humanos, son las formas más bajas, más cercanas al límite cero, de nuestra capacidad de razonar y sentir por otras personas y por la tierra que nos sostiene. Es a través de la capitalista colonización tecnológica disfrazada como el pináculo de la inteligencia humana que las personas pierden su diferencia, su capacidad para la solidaridad y se convierten, poco a poco, en variaciones mecánicas e isoladas de un cero absoluto.

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