La realidad de la 'realidad virtual': una crítica sobre la privatización

La obra Cero absoluto de Javier Fernández cuenta una historia de una distopía futura con relación a los efectos corruptos de la influencia indirecta de las corporaciones adineradas y con agencia sobre las vidas de la gente popular. En “Cero absoluto”, Fernández presenta una compilación de diferentes puntos de vista que demuestra las consecuencias catastróficas del UNO RV, un chip implantado en las mentes de la población que ayuda a la sociedad a conectarse por medio virtual. Estas experiencias de la realidad virtual le presentan al lector algunas razones del por qué las compañías de tecnología de realidad virtual deberían ser limitadas y su agencia restringida. Esta importante influencia institucional se muestra en paralelo con un poder gubernamental limitado, donde el gobierno tiene poco poder ante la agencia de las compañías y se mira incapaz de proteger o cuidar de la gente bajo su jurisdicción. 
Al inicio de la obra, la planta de fabricación del UNO RV tiene una fuga tóxica que termina en centenares de muertos y un sin-número de heridos y afectados por la emisión de vertidos tóxicos. TeleWorld, la compañía fabricante del RV, en un comunicado después aclaró que este accidente no tenía por qué haber ocurrido si la fábrica “cumplía todas las medidas de seguridad necesarias y sugirió el sabotaje como causa de la explosión que produjo el vertido mortal” (Fernández 2007). La clara desviación de culpabilidad por parte de la compañía a un ente desconocido demuestra la falta de interés del productor hacia el consumidor, así implicando la falla en la privatización de la tecnología de realidad virtual. Al dejar que compañías, tal como TeleWorld, determinen las necesidades de la población sin pensar en las consecuencias de sus intereses, el autor da a entender que las compañías acumulan poder social al igual que político al incorporar los bienes económicos con lo gubernamental y lo público, así influyendo las leyes burocráticas que están hechas para proteger el bienestar de sus constituyentes. La manipulación del gobierno le otorga el poder a las instituciones lucrativas que utilizan el bien social como una máscara para avanzar sus intereses. Sin tener regulaciones gubernamentales para tomar en cuenta la destrucción del medio ambiente ni al entorno del usuario, las compañías de realidad virtual continúan decidiendo cuales son las “necesidades” tecnológicas de la gente cuando en realidad la tecnología podría ser usada para combatir la contaminación que estas mismas causan.  
  La implementación del sistema UNO RV, aparte de ser literalmente tóxico, también es virtualmente o mejor dicho, mentalmente venenosa. En “Segunda Fase: El Asentamiento”, el narrador da a entender que hay algunos individuos en la población general que están conscientes de la contaminación mental que la realidad virtual produce - descritos como revolucionarios - pero mucha de la población no está consciente de los peligros de la tecnología virtual. “Los efectos perniciosos de las interferencias en la integridad mental” (Fernández 2007) pueden causar deterioro mental serio, como lesiones psicológicas permanentes, tal como en el ejemplo de SVG, una individua usuaria de UNO RV que perdió a su hermana por los fallos técnicos del sistema. Su hermana se “estaba achicharrando físicamente” (Fernández, 2007) tras pasar tiempo juntas en el mismo cuarto virtual debido a un estrés en el sistema. Al concluir el ejemplo de SVG y la muerte de su hermana, el narrador incluye la solución de TeleWorld que es implementar cortafuegos en el sistema virtual para poder salvar las mentes de los usuarios, algo que puede incrementar fallos en el sistema y futuros daños y muertes. Al continuar agregando actualizaciones que continúan “mejorando” la experiencia del usuario con relación a la tecnología, la población se vuelve adicta e indispuesta a rechazar este nuevo sistema, incrementando los ingresos de las corporaciones a cambio de vidas inocentes.
Los ingresos de TeleWorld son masivos, gracias a su implementación universal en el mundo, pero sus costos van más allá de la vida humana; la pérdida de vida no tiene costo pero continúa debido a la aceptación de la sociedad. El control mental y social que TeleWorld parece tener sobre sus clientes es excepcional: la compañía misma crea y distribuye información y experiencias selectivas a la población. Incorporada entre el gobierno y sus faltas de regulaciones y sanciones sobre las fabricaciones de la tecnología virtual, la realidad se convierte en una grotesca y desafortunadamente una del que la población no conoce.

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