El rol de la Red en revelar el carácter humano en Alba Cromm
La novela de Vicente Luís Mora titulada Alba Cromm se enfoca en la investigación
de la pederastia por una subcomisaria de la policía llamada Alba Cromm. Cuenta
la historia de los intentos de Alba de encontrar y encarcelar al hacker Nemo por su deseo de conseguir de
fotos de niñas en la Red. El libro, el cual consiste en una serie de
entrevistas, chats, fragmentos de diario y entradas de blog, parece como una
obra casi juvenil que está escrita en una manera sencilla, con toda la jerga y
los errores ortográficos que aparecen en los medios de comunicación populares. Sin
embargo, debajo de esta sencillez superficial hay una discusión mucho más
profunda que explora el rol de la tecnología en permitir y promover la
pederastia y, por lo general, los vicios humanos. La novela habla del anonimato
de la Red y cómo contribuye a esta maldad, porque permite la ocultación de la
identidad y crea una sensación de impunidad para los abusadores. No obstante,
el libro complica esta caracterización de la tecnología como corrupta e
inherentemente peligrosa cuando introduce otra función de ella: habilitar al
público a expresarse en una manera auténtica y libre. Entonces, se presenta la
tecnología como herramienta ambivalente que sirve como liberadora de los deseos
humanos y facilitadora de los vicios. Por lo general, Alba Cromm explora la dicotomía entre las dos caras de la
tecnología para sugerir que el anonimato de la Red la permite ser una ventana
para ver el carácter humano, el cual no es simplemente puro ni impuro sino una
combinación de los dos.
Primero,
hay que hablar del anonimato como resultado y creador de una cultura
tecnológica. Hay una dicotomía entre el rol del anonimato como producto de la
tecnología y creador de una cultura que existe sólo en la Red, porque en la
Red, “todo es noche” (Mora). Es decir que la duda y el desconocimiento son
rasgos asociados con la Red, la cual es un espacio en que el mundo físico y el
mundo virtual se disocian. Esta desconexión inspira un tipo de comportamiento
que el mundo físico no permite, porque valora la identidad performativa o
construida. La separación de lo físico (el cuerpo y todos los límites que
llevan) y lo interno (los pensamientos y
las palabras) contribuye a una deshumanización de los usuarios de las
computadoras cuando están online,
porque las máquinas y las personas se convierten en intercambiables. Por
ejemplo, en Alba Cromm, se muestra
claramente cómo la Red complica la diferencia entre ser humano y parecer humano
cuando se introduce el programa “ELIZA, que tuvo engañadas a muchas personas
que interactúan con él, pensando que era una chica real” (Mora, Alba). ELIZA y Nautilus, un programa de
seguridad creado por Jehová Lesmer que parece humano, ejemplifican la idea de que
la tecnología (en verdad, el anonimato) borra la distinción entre los humanos y
las máquinas, porque en el internet, los dos pueden ser iguales y, por lo
menos, son relacionados. Además, la presencia de los humanos en la Red es
mediada por un sistema de programas y aparatos que, necesariamente, influye la
construcción de la identidad online (por
ejemplo, el software controla la rapidez y facilidad de comunicación en el
internet). Finalmente, el anonimato juega un rol en deshumanizar a los usuarios
humanos, porque permite a los consumidores ser cualquier persona que quieran: no
importa “[el] color, el origen, la raza,
las creencias o la edad de las personas, sino a su pura existencia como un
número de IP” (Mora, Alba). Entonces,
en la Red, lo importante no son los rasgos físicos ni las creencias de las
personas sino su dirección de IP. Si se destila la identidad de las personas a
números, lo que quedará no es un humano verdadero sino una proyección de lo que
quiere presentar al mundo. Entonces, la Red les permite a sus usuarios tener
control casi completo sobre sus interacciones, porque no son limitados por cuestiones
de cuerpo. Esto se hace más obvio cuando Alba y el hacker Nemo están hablando en un chat, porque Nemo explica que
“sólo hay [que] ser Lesmer” (Mora, Alba)
para engañar a Nautilus y entrar en el sistema de seguridad. La Red le permite
al público a adoptar identidades falsas sin miedo de castigo, porque su
identidad online no tiene que
corresponder con su identidad real.
Contrariamente
a la idea de que el anonimato y la deshumanización de la tecnología inspiran un
tipo de comportamiento menos auténtico en la Red, también pueden habilitar a
las personas a expresarse en una manera más libre. El anonimato puede ayudar a
la gente a quitar sus inhibiciones, porque crea una distancia entre el ser
personal y el ser público. La Red, ejemplificada por los blogs y los chats en Alba Cromm, es un espacio performativo,
en el cual una persona “[se] escrib[e] hacia los demás” (Mora, Alba). Según la novela, los escritores
de los blogs escriben con el conocimiento de que tienen una audiencia, porque
su escritura es publicada en un foro accesible por el público. Sin embargo,
esta atmósfera de exhibición (Mora, Alba)
no significa necesariamente que la tecnología limite el contenido de los blogs
a lo impersonal, porque hay suficiente separación entre el mundo virtual y el
mundo físico para que las personas se
sientan cómodas para expresarse auténticamente
en la Red. Esta idea de que la falta de privacidad en la Red puede
aumentar la intimidad de lo publicado en ella parece contradictoria y
contra-intuitiva, pero gana apoyo cuando la terapeuta Elena considera
“sustituir en los tratamientos de los adolescentes la terapia de escribir un
diario por la de abrir un blog” (Mora,
Alba). La diferencia entre el acto de escribir en un diario y un blog
pertenece al carácter público del último, pero, según Elena, “el componente social [es un beneficio del
blog, porque] aunque sea limitado a la posibilidad de que cualquiera persona puede leerlo, puede desbloquear ciertos errores
circulares” (Mora, Alba). Entonces,
no importa que haya la posibilidad de que el blog va a ser leído, porque todavía
representa una forma de expresión útil y amplia. El comportamiento de Alba apoya
esta idea también, porque, según el reportero Ezequiel Martínez, “Alba diría
antes una cámara de televisión o a un micrófono de radio en abierto lo que le
preocupaba de verdad, antes que confesarlo a su mejor amiga” (Mora, Alba). Las palabras de Ezequiel sugieren
que, para Alba, es más difícil expresar sus pensamientos y sentimientos a una
persona que a muchas. Quizás la diferencia entre los dos medios de comunicación
(el personal y el público) pertenece al uso de una cámara o micrófono (aparatos
tecnológicos que transmiten las palabras a la esfera pública) en el segundo. Estos
aparatos crean una frontera que separa a
Alba de sus pensamientos o palabras; entonces, ella puede ser más abierta con
su ayuda. Para generalizar, en ambos el ejemplo de los adolescentes y el de Alba,
la tecnología ofrece una manera de separarse o distanciarse una persona de lo
que expresa, un hecho que inspira más intimidad y vulnerabilidad. Sin embargo, no
se puede ignorar que esta distancia también puede ser peligroso, porque cuando
uno se separa a sí mismo de sus acciones o palabras, no hay responsabilidad
(porque la persona puede esconderse detrás del anonimato).
Entonces,
aparece el aspecto menos inocuo de la tecnología: facilita la expresión abierta
de los vicios y condona el comportamiento ilegal. Alba Cromm destaca este lado peligroso de la tecnología a lo largo de
la novela, porque la trama en general se enfoca en la búsqueda de un hacker y supuesto pederasta que, desde
la perspectiva de los adultos, usa su talento tecnológico para comunicarse con
y obtener fotos de chicas jóvenes (Mora, Alba).
En el caso de Nemo, el “disfraz” tiene más que ver con los prejuicios de los
otros personajes, pero es un ejemplo del poder de la Red en ocultar a sus usuarios,
el cual facilita la pederastia. La falta de presencia física caracteriza la Red
y les permite a los usuarios fingir ser cualquier persona, un hecho que abre la
puerta a la explotación y el abuso de poder. En la novela, estos temas son
desarrollados a través del ejemplo de la pederastia. Se expone que la internet y
la pederasta están ligadas, porque “mientras haya dos pederastas, habrá una
Red, e intentarán encontrar a más adictos, para colectar más material” (Mora, Alba). La Red crea una vía en que los pederastas
pueden comunicarse y perseguir sus deseos y, al mismo tiempo, los pederastas
crean una demanda en la Red. Si se generaliza de este ejemplo específico de la
pederastia, se podrá decir que la Red está conectada con todos los vicios,
porque la deshumanización que lleva sirve para desconectar las acciones que se
hacen en el internet de las que se hacen en el mundo real. El carácter anónimo
de la tecnología también aumenta el daño que los pederastas pueden hacer,
porque “las redes de pederastia no giran en torno a un nombre propio, sólo se
atornillan a ella multitud de nicks, de
nicknames,…para quienes el servicio
es a un fin…y no a una persona” (Mora, Alba). La
conexión entre el vicio y la tecnología es circular, porque mientras exista
uno, el otro va a existir también. El anonimato del internet añade al problema,
porque excusa y oculta el mal (y, muchas
veces, ilegal) comportamiento por la separación que crea entre sus acciones en
la Red y su vida afuera de ella. Además, existe el problema práctico de encontrar a los
delincuentes en la Red, porque ellos pueden esconderse y “aunque se localice al
delincuente, por la dificultad de hallar en ciertos casos la legislación y el
foro aplicables” (Mora, Alba). Entonces,
la infraestructura legal todavía no sabe cómo debe responder a los criminales
tecnológicos, un hecho que contribuye a su creencia en su impunidad. Sin
embargo, todo esto no significa que la tecnología cree los vicios sino que los permite.
La Red, como cualquier otra herramienta, puede ser usada y abusada por sus
consumidores; lo que diferencia el pecado en la Red y el pecado en la vida real
es la falta de culpabilidad que permite este “medio [de comunicación] neutro”
(Mora, Alba).
El
último paso para probar que el anonimato y la tecnología ofrecen una mirada al
carácter humano es mostrar que la humanidad tiene las mismas complejidades que aparecen
cuando se introduce el aparato de la Red. Es obvio que los humanos cometen
errores y que tienen vicios, pero queda la cuestión sobre el rol de la Red en corromper
a las personas o revelar su carácter verdadero. Para apoyar la segunda
explicación, el texto ofrece el hecho de que las definiciones para la pedofilia
y la pederasta existían antes de la invención del internet (Mora, Alba). Entonces, la Red no es
responsable para crear un nuevo tipo de delincuencia; sólo exacerba su impacto
porque conecta más abusadores posibles. También, y por la misma razón, la Red
hace más visibles los problemas en la sociedad. Es casi como un síntoma de la sociedad
moderna, la cual “está enferma” con vicios y corrupción, según Ezequiel
Martínez (Mora, Alba). Por eso, los
peligros que vienen con el internet no son nuevos sin reencarnaciones de
problemas inherentes en la sociedad, ejemplificado por los videos “de consejos
a los padres para una navegación segura” (Mora, Alba) que hace Alba para la Brigada. El consejo que da ella de
“desconfiar de quienes en los chats…les preguntan insistentemente por sus
datos, direcciones, [o] números de teléfono” (Mora, Alba) simplemente es una versión modernizada del consejo
tradicional de desconfiar de los extraños (Mora, entrevista). Entonces, aunque
la Red representa una nueva manera de expresar los vicios, los vicios y el
carácter humano en sí mismo no han cambiado. La misma dicotomía que existe con
respeto a la bondad y maldad de la tecnología existe en el carácter humano, dónde
“este tipo de contradicciones es lo…nuclear, lo que [se] une a todos como
especie” (Mora, Alba). El ser humano,
de una manera muy fundamental, es ambos bueno y malo, porque tiene vicios y trata
de controlarlos (con leyes y normas sociales); la tecnología no cambia su
naturaleza sino que la revela.
Entonces,
si la tecnología es sólo un tipo de espejo para reflejar la cara humana a la
sociedad, tenemos la necesidad de reflexionar sobre esta cara. No es posible destilar todo lo humano en una
palabra o teoría, pero sí es posible explorar cómo las interacciones y el
contexto influyen en el comportamiento de los seres humanos. Alba Cromm intenta alcanzar esta meta,
examinando cómo y hasta qué punto la tecnología crea una atmosfera que permite
los vicios (específicamente, la pederasta). Se puede concluir que el mundo
tecnológico complica la presentación de la identidad y que el anonimato que
llega con la tecnología problematiza la cuestión de la humanidad en un espacio
desconectado del cuerpo.
Bibliografía
Mora, Vicente Luís. Alba Cromm. Barcelona: Editorial Seix Barral, 2012. Versión
digital.
------------------------. Entrevista
personal. 23 de septiembre 2014.
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